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18 febrero 2013

Transnistria. Con más valor que el Guerra, por Joselita Spirbe-Fogg

Tengo que reconocer que una de mis intrigas infantiles más obsesivas fue saber dónde estaba "Sildavia", ese país que aparecía en los tebeos de Tintín. Le pregunté a mi padre y sólo me dijo que me daba un premio si lo encontraba y eso avivó mi interés intelectual por el asunto y busqué y volví a buscar y otra vez... (cabezona yo) hasta que tuve edad suficiente para darme cuenta que, como se dice en Cádiz, "s´había queao cormigo".

De mis aficiones a buscar países extraños no me volví a acordar hasta el 2005 viendo el Festival de Eurovisión, cita anual obligada (cena incluida con los amigos) para una buena friki que se precie como yo. Fue el primer año que la televisión de Moldavia presentaba una canción que no olvidaré: "Boonika bate doba", o sea, "La abuela toca el tambor" perpetrada por un grupo de sujetos de nombre impronunciable. Me impactó esa señora que parecía prima de la anciana de la fabada que con tanto ajetreo estuvo a punto de sufrir un chungo (vulgo colapso). Inmediatamente investigué.
 
Donde coño está Moldavia?
 
Moldavia es una república del este de Europa que se encuentra entre Rumanía y Ucrania, sin playa, con una superficie menor que la de Extremadura más chula que un ocho porque con ese tamaño tiene dos regiones autónomas, Gagauza y Transnistria, ésta última que se ha declarado independiente. ¡CON DOS COJONES!. He aquí la distribución:



Rosa Gagauza y naranja Transnistria
 
Os estaréis preguntando ¿pa qué puñetas va uno a Moldavia?. Pues queridos seguidores, tengo la respuesta: ¡¡¡¡¡¡¡TURISMO ESTOMATOLÓGICO!!!!!! (para los de la LOGSE decirles que es ir al dentista). Sí señoras/es, los dentistas moldavos son los que tiene mejor relación calidad/precio de todo el continente. El problema es qué hacer cuando se sale de la consulta, porque lo que es ver... no es que haya mucho.

En mi afán por conocer el país me dí un voltio por Chisinau, la capital, un voltio sí, porque para dos ya no da, y si no me creen observen el centro de la ciudad, que parece un cruce entre la carretera de Medina y la de Paterna, pero con más baches y sin Venta Andrés.


Bonito eh?

Una vez superada esta primera decepción y todavía bajo los efectos de la anestesia intenté ir a Gagauzia, pero perdí el colectivo, que es una especie de furgoneta que se para donde tú estés, así que pillé un autobus que pasó que iba a TRANSNISTRIA!!!!!!! Hostia Transnistria.... Si la aldea de Asterix era el último reducto de los galos en el Imperio Romano, este cachito alargado de terruño que se autodenomina "república" es lo mismo pero respecto a la Unión Soviética en pleno siglo XXI, han leído bien, la URSS, con su Lenin, con su Stalin, ¡vamos, no le falta un detalle! y si no me creen echen un vistazo a la bandera y el escudo:
 


 
 
 
 
 
 

Pa meá y no echá gota!!!!


Lo primero que el intrépido viajero (y digo intrépido por no decir estúpido) se encuentra al entrar en este no-país, eso sí, reconocido internacionalmente por otros no-países como Osetia del Sur o Abjasia (creo que Molossia está en trámites), es una aduana descascarillada con unos guardias que te sobornan. Pero merece la pena pagar para entrar en el extranjero de Moldavia aunque oficialmente se le llame "unidad territorial autónoma con estatus jurídico especial " (TOMA EUFEMISMO!!).



El camino a Tiraspol (capital) se hace más largo que una meada en una cuesta, teniendo en cuenta que todo el no-país tiene una superficie que no llega a la provincia de Pontevedra, pero es que los medios de transporte son la caña.
 



 
 
 
 
 
 
 
Peaso puesto fronterizo                         ¿Será el de San Fernando así?

Pillé el tranvía y me planté en to el centro, justo delante del Parlamento, porque tienen Parlamento, que sirve más o menos para lo mismo que los nuestros, pero que seguro les sale más barato. Y allí había una estatua de Lenin de tamaño XXXXXL y justo a lado un parque con unos pocos de tanques. Qué le gustan los tanques a los transnistrios, tu les das un tanque y te invitan hasta a su boda.




 
Ya de salida por una de las calles principales, cuando doblé la esquina del transformador de la luz, con lágrimas en los ojos, llegué a la conclusión de que, salvo que me de por traficar con armas,












¡¡¡AQUÍ NO VUELVO NI DE CACHONDEO!!!!!


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