
Queridos lectores, antes de nada, quiero agradeceros sinceramente todas las ideas que habéis ido comentando en el artículo de presentación de esta sección. Compruebo complacido como la picaresca, de la que siempre el pueblo español ha hecho gala, unicamente estaba adormilada, a la espera de que llegaran tiempos difíciles como los que nos tocan vivir, para que volviera a aflorar con más fuerza, si cabe.
Una
vez dicho ésto, la redacción de este vloj quiere dejar muy claro
que desaprueba enérgicamente todas y cada una de estas prácticas.
Efectivamente, estamos absolutamente en contra de cualquier tipo de
acción que pudiera constituir un ilícito penal, ya que nuestra
única intención es, cual hábil funambulista, hacer equilibrios en
esa delgada linea roja que separa la legalidad de la delincuencia y
en la que, para qué decir lo contrario, los miembros de este vloj,
nos movemos como pez en el agua.
Comenzamos, pues, con los
consejillos que harán que en estas navidades, nuestra mesa vuelva a
lucir opulenta y que, cuando lleguemos con el plato de las gambas, no
tengamos sitio donde colocarlo.
1º- La ley
de Newton y el trueque de etiquetas:
esto es más viejo que la humedad. En aquellos
establecimientos en los que seamos nosotros los que tenemos que pesar
la fruta o la verdura, y en un claro acto de venganza por haber
dejado en el paro al amable empleado que hacía ese trabajo,
pulsaremos en el peso un código distinto al del producto
seleccionado. Esto es especialmente útil en artículos que, al
pasarlos por caja y a no ser que el cajero en cuestión tenga la
agudeza visual de un águila imperial, aquel no podrá distinguir. A
saber, llenar la bolsa con dos kilos de kiwis amarillos (que están
más ricos y valen 5 eurazos el kilo) y pulsar la tecla de los kiwis
verdes (a 2 euros). También puede hacerse con las judias verdes
planas y redondas, con los calabacines blancos y verdes, plátanos de
Canarias y banana, etc... No seais cutres y estrujaos un poco el
coco. No vayais a llenar la bolsa con aguacates y luego en la
etiqueta que ponga manzana golden.
El cooperador necesario
Esta táctica admite
otras variantes, por ejemplo levantar la bolsa antes de que salga el
ticket para que pese menos, teniendo mucho cuidado de hacerlo de
manera firme. Si estás de resaca y no tienes el pulso para robar
panderetas, olvídalo, el ticket no llegará a salir nunca con el
consiguiente cantazo si hay más gente esperando para pesar.
También podemos, esta es
la variante más chunga de todas, dejar la bolsa abierta, pesar el
producto y luego añadir algunas piezas más, teniendo mucho cuidado
de que el ansía no nos pueda.
El inconveniente que
tienen estas dos últimas operaciones es que la excusa que hay que
dar luego, si se detecta el tangazo en la linea de cajas, es del todo
inverosimil, motivo por el que recomiendo encarecidamente la primera.
2º- Merienda
by the face en el super: seguro que muchos al leer ésto
habéis pensado inmediatamente en la marronera práctica de ir
abriendo paquetes de magdalenas y donettes e ir comiéndolos mientras
hacemos la compra. ¡Pandilla de aficionados!.
Lo que os propongo tiene
más glamour. Consiste en estar ojo avizor a los stands en los que se
ofrezcan promocionalmente productos (por ejemplo: actimel) y,
aprovechando la confusión, beberse, aparte del que nos ofrecen
gratuitamente, uno o siete más, que habremos extraido habilmente de
su lugar original. Ante la proliferación de esta práctica, las
grandes superficies proceden en ocasiones a etiquetar los productos
ofrecidos gratuitamente con vistosas pegatinas con la leyenda
"gratuito" u "objeto promocional", motivo éste
por el que no conviene bajar la guardia.
3º- Hábil
utilización del porcentaje de descuento a ingresar en una tarjeta de
fidelización por la compra de algún producto (para los que
sean de la LOGSE, el descuento que el centro comercial "x"
te ingresa en la tarjeta del club del centro comercial "x"),
(el carreful, cojones): por ejemplo, te compras una
tele led de 50 pulgadas marca samsung que vale 699 €, con un
descuento de 100 € a ingresar en la tarjeta de marras. La pagas y
te hacen el ingreso de los 100 € en la tarjeta y a los dos días,
sin haberla sacado del embalaje, la devuelves. Pues bien, el 90% de
los defraudadores encuestados afirman que el dinero de la tarjeta de
cliente ahí se queda y puedes emplearla para, por ejemplo, las
comprillas del papeo de navidad (se aconseja descambiar el producto
en un día de máxima afluencia de público, por ejemplo, sábado
ocho de la tarde de un primero de mes, y si coincide con un festivo
de apertura, miel sobre hojuelas), momento en el cual el empleado/a
que esté en atención al cliente tendrá su agilidad mental
notablemente mermada.
Ay pillínes, ésta
seguro que la tenéis
4º- El 2x1
versión "simpa": prestad mucha atención, pues
esta argucia requiere de un alto poder de autocontrol. Igual que en
la anterior debemos hacerla un día en el que las cajas estén más
saturadas que cuando anunciaron la llegada del huracan Katrina y los
americanos hicieron acopio de alimentos.
¡Ahora es el momento!
No hay nada peor que un
trastero caótico. ¿Te apetecería tenerlo todo ordenado en unas
prácticas estanterías metálicas? Pues bien, vamos a nuestro
supermercado de confianza, cogemos dos (no os agobiéis, vienen sin
montar) y una vez que las tenemos en nuestro carro y puesto que su
tamaño impide ponerlas en la cinta de la caja, las sujetamos
fuertemente, a las dos a la vez, para que parezca que es solo una y
nos ofrecemos amablemente a la/el cajera/o a leerle el código de
barras a viva voz. Querido lector, en este momento debes mostrar
templaza, frialdad de ánimo y persistencia en la resolución
criminal, ya que el más mínimo titubeo hará que fracases en tu
misión. Acordaos de lo que le pasó al protagonista de "el
expreso de medianoche"
cuando quiso pasar la frontera turca.
A éste le petaron el
cacas in the jail
5º- Natividad de Nuestro Señor y exaltación de la amistad: ¿qué
mejor sito para una celebración navideña con los amigotes que en la taberna vasca Lizarrán?. El
sistema de pago hace que podamos ponernos hasta el ojete por un
módico precio. Para los que no hayais ido nunca, la mecánica de
abastecimiento de papeo consiste en ir cogiendo los pinchos que se
encuentran expuestos en el mostrador, debiendo pagar luego según el
número de ellos que hayamos consumido. ¿Y cómo hace el recuento
el cándido camarero? Contando los palillos que hay en el plato y
que, en teoría, deberían corresponderse con el número real de los
que nos hayamos jamado. No hace falta decir que los palillos, una vez
fuera del local, aparecen hasta en los sitios más inverosímiles
(zapatos, costuras de la falda, ropa interior, bolsillos, kleneex, y
demás oquedades corporales que por decoro no voy a mencionar).
Come 7, paga 1
Y esto es todo, queridos
lectores, espero que nuestros consejos os hayan sido de utilidad,
invitándoos a que nos hagais llegar los vuestros a través de los
comentarios. ¡Feliz ahorro!
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